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¿Qué es? -

El síndrome de la hija mayor hace referencia a la conducta y los patrones emocionales que se atribuyen a quienes ocupan este puesto dentro de la familia.

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¿Qué es? -

Aunque no se trata de un síndrome oficial como tal, ha ganado bastante visibilidad en internet (sobre todo en las redes sociales) y se lo vincula con una serie de experiencias y dificultades a las que las hermanas mayores se ven expuestas.

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Expectativas -

Las expectativas culturales y de género que se les imponen a las mujeres hacen que estas tengan que hacer frente a más críticas y prejuicios que los hombres. Los hijos mayores también pueden sentir presión, pero no de la misma manera que las hijas.

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Expectativas -

En el caso de las hijas, ser las hermanas mayores suele significar dejar a un lado sus necesidades para hacer a los demás felices (p. ej. a sus padres).

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Experiencia individual -

Las experiencias y dificultades individuales pueden variar de una persona a otra, por lo que no todas las hermanas mayores comparten las mismas vivencias.

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1. Gran sentido de la responsabilidad -

La hija mayor a menudo arrastra un gran sentido de la responsabilidad, ya que suele tener que cuidar de los hermanos pequeños. A la larga, esto se traduce en una tendencia a aceptar demasiadas responsabilidades en otras áreas de su vida.

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2. Perfeccionismo -

También suele tener una vena muy perfeccionista en el ámbito laboral, académico, etc., así como en su propio comportamiento.

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3. Figura materna -

Si los padres están sobrepasados o suelen ausentarse, la hija mayor tiende a asumir el papel de figura cuidadora de sus hermanos o a cubrir ese vacío emocional que dejan los progenitores.

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4. Falta de expresión emocional -

Su deseo por cumplir las expectativas puede hacer que deje a un lado sus propias emociones y necesidades, lo que luego le dificulta el expresarse.

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5. Problemas de identidad -

Los conflictos identitarios pueden surgir a raíz de intentar compaginar la necesidad de autonomía con el peso de las obligaciones.

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6. Dificultad para poner límites -

La presión por compatibilizar las necesidades personales con las expectativas familiares puede hacer que le cueste poner límites y mantenerlos.

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7. Presión por triunfar -

Las expectativas con las que crece pueden hacer que sienta presión por triunfar, ya sea en el terreno personal o en el académico-laboral.

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Repercusiones: ansiedad -

El síndrome de la hija mayor puede manifestarse de varias maneras que afectan a la salud mental. En primer lugar tenemos la ansiedad, la cual puede desarrollarse a raíz de la presión constante por cumplir ciertos estándares.

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Falta de autoestima -

El miedo a decepcionar a los demás y la necesidad constante de perfección puede ir minando su autoestima.

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Problemas en las relaciones -

La falta de estabilidad en la relación con los familiares directos puede traducirse en problemas para mantener relaciones románticas saludables en la edad adulta.

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Puntos fuertes: liderazgo -

¡Pero no todo es negativo! Ser la hija mayor también tiene su lado bueno, como ser una líder nata.

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Independencia -

Al aprender a cuidar de ellas mismas desde pequeñas, las hijas mayores suelen tener un gran sentido de la autonomía y la independencia.

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Cariño y empatía -

También pueden tener una mayor inclinación a cuidar de los demás, ya que su experiencia puede haber hecho de ellas unas personas más empáticas.

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Estrategias: poner límites -

Una de las primeras cosas que las hijas mayores pueden hacer para cuidarse y protegerse es poner límites (por muy difícil e incómodo que sea al principio).

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Delegar -

Aprender a repartir la carga y a delegar en los demás de manera eficiente puede ayudar a aligerar el peso de las responsabilidades y a disipar la sensación de que todo lo tienen que hacer ellas.

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Priorizar el autocuidado -

Las actividades rejuvenecedoras como salir a pasear ayudan a reforzar la sensación de que estás sacando tiempo para estar contigo misma y anteponiendo tus necesidades a las de los demás.

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Practicar la reducción del estrés -

Hacer yoga, meditar, respirar hondo, etc. son otras actividades que también ayudan a cultivar una sensación de bienestar y tranquilidad.

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Tener una red de apoyo -

Tener una red de amigos con los que hablar y distraerte puede ayudarte a ver las cosas de otra manera y a obtener el apoyo emocional que necesitas.

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Pasar tiempo a solas -

Sacar tiempo para estar contigo misma no debería ser negociable. Haz cosas que te hagan feliz y que te ayuden a desconectar.

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Tener aficiones -

Tener aficiones que te permitan expresarte, sobre todo de manera creativa, es muy terapéutico. Tocar un instrumento, cocinar, pintar, hacer jardinería... ¡Tú eliges!

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Practicar la conciencia plena -

Saca tiempo para reflexionar sobre tus emociones, sentimientos y pensamientos y déjales espacio. Como su propio nombre indica, la conciencia plena nos ayuda a ser más conscientes de nuestros límites y de cuando estos no se respetan.

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Hacer deporte -

La salud física es uno de los pilares del bienestar. Por lo tanto, tener una rutina de deporte regular y dormir un mínimo de ocho horas al día nos ayuda a estar en forma.

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Adoptar técnicas de gestión del tiempo -

Descubre técnicas de organización y gestión del tiempo que te funcionen para no sentirte tan sobrepasada y ayudarte a poner límites.

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Ser compasiva contigo misma -

Sé compasiva contigo misma y recuerda que lo estás haciendo lo mejor que puedes. No te critiques y trátate con amabilidad.

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Buscar ayuda -

Si sientes la necesidad de ir al psicólogo, no tengas miedo de hacerlo. Todos necesitamos ayuda de vez en cuando y saber pedirla es una muestra de coraje.

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No dejar que tu orden de nacimiento te defina -

Apoyarte en tus destrezas y cuidar de tu propio bienestar te ayudará a ser más resiliente. ¡No dejes que ser la hija mayor te defina!

Fuentes: (Daily Mail Online) (Parents) (Today) (Sage Therapy Chicago)

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